IMPERIO ROMANO
Hace unos 2000 años, coincidiendo con el fin de la República romana y el inicio del Imperio a partir del emperador Augusto, el litoral del sur peninsular conoce una época de gran prosperidad basada en el incremento del volumen de la producción y comercialización de los recursos marinos, sobre todo gracias a la elaboración de salazones y salsas de pescado, entre los que destaca el famoso garum.
Las villae costeras: mansiones señoriales rodeadas de fábricas de pescado.
Como resultado del periodo de paz que se genera tras el periodo de guerras civiles, la población abandonó en muchos casos los antiguos asentamientos de tradición púnica situados sobre promontorios y se traslada a grandes villas en llanuras litorales, junto al mar. Estas villas, que gozaron de momentos de gran prosperidad durante unos 400 años, tenían dos partes fundamentales: la parte urbana, donde residía el propietario y su familia, y la parte rústica, donde se desarrollaban las actividades productivas y residían los trabajadores, tanto esclavos como libres.
El enriquecimiento de las familias propietarias de las grandes villas propicia que gasten elevadas sumas de dinero en la adquisición de estatuas de mármol y bronce, en la pavimentación de suelos con mármoles y mosaicos o en la construcción de lujosos baños privados, que invertirían tanto en sus residencias particulares como en los municipios, aportando importantes sumas para la construcción de edificios públicos, la dedicación de esculturas al emperador o la celebración de espectáculos públicos como una manera de adquirir prestigio social.
En cuando a la parte rústica de las villas, destacan, además de los almacenes, cocinas o viviendas de los trabajadores, los espacios destinados a la producción. En el caso de las villas costeras, encontramos grandes espacios destinados a la preparación del pescado, con piletas, aljibes, canalizaciones, etc. En relación con la comercialización de los productos, también son frecuentes los hornos tanto para la producción de ánforas, envases destinados a la exportación, como para la elaboración de vasijas para el uso diario o incluso de materiales de construcción (ladrillos, tejas, etc.).
Estas grandes villas constituyen el núcleo de la organización de la vida económica y social de las costas del Sur de la Península Ibérica entre los siglos I y IV d. C., y gracias al estudio arqueológico de sus restos podemos conocer detalles de los acontecimientos que afectaron a esta zona del Imperio romano como la invasión de los mauri norteafricanos en el siglo II, la crisis de las exportaciones de aceite y salazones durante el siglo III debido al auge de los productos africanos o la definitiva expansión del cristianismo durante el siglo IV.
El final de esta etapa y el comienzo de una época de gran inestabilidad en las costas del sur de la Península Ibérica viene marcado por el paso, durante el año 429, de los vándalos, uno de los pueblos germánicos que dará paso, poco después, a los visigodos.
Información complementaria
DOLIUM
Sala II
Época Romana
Los «dolia» son recipientes de gran tamaño destinados a la conservación y almacenaje, incluso hay ejemplares que admitían hasta 2000 litros. En función de su uso se pueden distinguir dolium vinarium (vino), dolium olearium (aceite), o dolium frumentarium (cereal). Generalmente no llevan asas, no tienen cuello y la base puede ser plana o redondeada. Las paredes del cuerpo son muy gruesas y se elaboraban con grandes desgrasantes para favorecer su resistencia.
TERRACOTA ANTROPOMORFA
Sala II
Época Romana
La terracota consiste en una mezcla de arcilla que se cuece a una temperatura de 980-990 ° C y tiene un color rojizo gracias a la presencia de sustancias ferrosas. Entre los productos cerámicos se diferencia en que es poroso, sin recubrimiento y de color.
Esta pieza se encontró en e yacimiento de Parque Antena.
TERRA SIGILATA
Sala II
Época Romana
La terra sigillata, una clase de cerámica de gran calidad que aparte de su típico color rojizo se caracteriza por tener una superficie dura y brillante. El color rojizo brillante que tienen las piezas se debe a la aplicación de un engobe formado por un baño de arcillas depuradas antes de su cocción en el horno. El nombre de terra sigillata es debido al sello personal, “sigillum”, con el que cada alfarero marca e identifica sus productos.
El alfarero está asociado y vinculado a un determinado taller cerámico. Los sellos permiten diferenciar los productos de los distintos talleres, distinguiendo el origen, diseño y calidad de las piezas.
ANILLO DE ORO Y COLGANTE
Sala II
Época Romana
Anillo de oro datado en los siglos II y III d.C, encontrado en el casco Histórico de Estepona.